Reseñas
[bloques texto=’¡Advertencia! Esta reseña sobre Fruits Basket capítulo veintiuno contiene spoilers. Si aún no has visto el episodio, te recomiendo que vayas a checarlo y después regreses a leer la reseña.’]
“Nunca huyo de una pelea de ondas”
Esta semana en Fruits Basket capítulo veintiuno tenemos a un muy preocupado club de fans de Yuki, todo a causa de su cercanía con Tooru. Aunque la mayor preocupación de este club radica en cómo lidiar con ‘el rey demonio’ que protege a la bruja. Parte de su plan es infiltrarse en casa de Hanajima, alias ‘el rey demonio’, para así descubrir su debilidad e imposibilitar su interferencia. Evidentemente el plan fracasa, y todas reciben una lección en boca del pequeño hermano de Hana, Megumi. Pero no son las únicas que aprendieron algo, Hana también lo hizo, logrando así reafirmar su confianza y cariño hacia su buena amiga Tooru.
La verdad no peca, pero incomoda
Si tuviera que resumir el capítulo de esta semana en una sola frase, sin duda seria esta la que emplearía. La razón de ello es simple, parece evidente que la lección de este episodio recae por completo en la catarsis de decir algunas verdades a la cara. Muy diferente a lo que el club de Yuki enmaraño, la respuesta más obvia siempre es la confrontación directa, y así lo demuestra el joven Megumi. Él, a diferencia de las chicas del club de fans, opto por un enfoque más directo y sin ningún filtro las revelo como lo que eran: un grupo de chicas celosas.
Cabe añadir que la reacción de estas chicas ante su descubierto plan cae en lo perfectamente esperado. Lo que me regresa al título de esta sección, la incomodidad de la verdad. Cuando lidias con sentimientos complicados, especialmente con sentimientos mal encaminados, es completamente normal revestirse de un autoengaño y obviar lo feo o malo de ese sentir, hasta el punto de creernos esa sugestión. Sin embargo, el hecho de que nosotros nos lo hayamos creído no lo vuelve real o verdadero, y es ahí cuando nace de la incomodidad de que otros nos lo hagan ver.
Con lo anterior dicho, tomare a Motoko como mayor ejemplo, en parte por ser la presidenta del club y en parte porque ella experimenta en mayor medida esta catarsis no solo en este episodio sino a lo largo de la serie. Las verdades de Megumi dejan en evidencia los celos de todas, Motoko es quien en mayor medida siente el peso de esas declaraciones pues podríamos suponer es quien más autoengaño ha infringido en sí misma. De un momento a otro pasó de ser la protectora de Yuki a una chica verde de celos, la vergüenza es ineludible.
Egoísmo y libertad en el amor
Siguiendo un poco con el tema de los celos, tenemos ahora una muestra de dos formas de amor. Aunque siendo justos no podríamos llamar a la primera una verdadera muestra de amor. El egoísmo es una facultad que no está exenta en el amor, de hecho es una constante en el amor unilateral, también aparece en el amor correspondido pero de una forma más demandante y menos ‘normal’. La principal forma de egoísmo en el amor es cuando creemos que tenemos ciertos derechos sobre nuestra persona amada, pero estos ‘derechos’ tan solo viven en nuestra cabeza. Lo peor que podemos hacerle a alguien es imponerle nuestros sentimientos sin ninguna consideración de los suyos. No podemos vivir bajo el supuesto de que todo se justifica en nombre del amor, porque ese es el pensamiento más egoísta que podríamos desarrollar. Se trata de amar y proteger, no de enjaular y ahogar.
Cuando existe un verdadero deseo de amar y proteger a una persona siempre debe haber un deseo igual de grande por respetar sus sentimientos, esa es la verdadera forma del amor: la libertad. Un amor que puede respetar los deseos del otro, pero no solo eso sino que los respalda y completa, eso es un amor en libertad. Nadie es dueño de nadie y no podemos seguir comprando la idea, aunque muy romántica, de que en la guerra y en el amor todo se vale. Por supuesto, no digo que esto sea algo sencillo después de todo el amor es uno de los sentimientos más complejos, sabemos que está teñido en diferentes matices, puede ser doloroso o solitario pero mientras la felicidad siga sobreponiéndose a ello, es seguro que no estamos mal encaminados. Ama en la forma en que desees ser amado.
Comentario final
Fruits Basket capítulo veintiuno ha sido un episodio lleno de amor, pudimos conocer dos matices diferentes de amor y de algún modo vislumbrar un camino hacia un amor más sano. En algún momento les mencione que este anime cuenta con una gama muy extensa de soledades y que en cierto punto muchos podrían encontrarse identificados con alguno, incluida yo. Pues bien, ese momento llego para mí. Entre todos los personajes en Fruits Basket con quien guardo más empatía es con Hana, en especial en este episodio. Quizá es algo muy simple pero eso mismo lo hace tan llegador, estoy hablando del sentimiento de ser dejada de lado y el despertar de los celos. Sentir que te dejan atrás no es un sentimiento feliz e inevitablemente trae consigo sentimientos poco agradables, los celos el mejor ejemplo.
Cuando nos sentimos relegados una pequeña obscuridad crece en nuestro interior, no todos cuentan con la fortuna de tener una pequeña voz de la conciencia como lo es Megumi, y terminamos regodeándonos en nuestra miseria trayendo más malos sentimientos. Romper con esto no es sencillo, sin embargo se vuele más llevadero cuando aprendemos a amar en libertad, todos tienen derecho a tener una vida aparte de nosotros, y eso no cancela el amor que existe, a veces solo lo agranda más. Los celos no son malos, siempre y cuando no sean mezquinos, lo dije antes y lo repito, se trata de amar y proteger no de enjaular y ahogar.
Finalmente los dejo con mis preguntas de siempre: ¿Qué les ha parecido este episodio? ¿Alguna vez se han sentido relegados y celosos por ello? En tu opinión ¿qué son los celos? Por su madures y forma de hablar ¿creerían que Megumi apenas está en secundaria?