Los mejores isekai de la década de 2010, año por año
Un recorrido anual por el isekai de los 2010: del despegue al dominio del género
Antes de Sword Art Online, el isekai no ocupaba el centro de la conversación: la fantasía urbana acaparaba la atención y los “viajes a otro mundo” eran excepciones. Con la irrupción de SAO en 2012, la industria comprendió que el subgénero podía ser un acelerador de audiencias. En pocos años, cada temporada añadía nuevos títulos, algunos memorables y otros prescindibles.
Seguir el isekai durante los 2010 permite ver cómo pasó de rareza a tendencia dominante. En 2010 no hubo propuestas de peso; para 2019, cada trimestre ya estrenaba dos o tres series. Aun así, en casi todos los años emergió un título que concentró la conversación: por diseño, por mundo, por personajes o por cómo reimaginó las reglas del género.
Este repaso elige, de 2011 a 2019, el isekai más representativo de cada año. No es un conteo de popularidad instantánea, sino una lectura del impacto dentro del propio subgénero: qué aportó, qué consolidó y por qué sigue siendo la referencia de ese calendario.
2011 — Digimon Xros Wars
Digimon Xros Wars revitalizó la franquicia con tres temporadas, arcos diferenciados y un antagonista claro en Lord Bagramon. La premisa arrastra a Taiki al Mundo Digital para organizar una alianza que libere ese ecosistema, abrazando con decisión los códigos del “monster collector”.
La serie se permitió alterar convenciones de la saga: la evolución por fusión con Shoutmon imprimió un espíritu cercano al mecha y un ritmo de escalada que distinguió a su primera etapa. Fue el recordatorio de que Digimon podía reinventarse sin perder identidad.

2012 — Sword Art Online
Sword Art Online no es isekai estricto en términos clásicos, pero cristalizó el fenómeno: un VRMMO mortal, un objetivo contundente —“acabar el juego”— y un protagonista, Kirito, que fijó la silueta del héroe del subgénero para la década.
Con animación llamativa y una idea potente, SAO actuó como palanca industrial. Su éxito pavimentó la ruta para que otros exploraran el “mundo cerrado” y los códigos de supervivencia, estableciendo el punto de inflexión de 2010s.

2013 — Log Horizon
Log Horizon compartía escenario virtual, pero eligió otra vía: si la muerte no libera, hay que construir sociedad. La serie trasladó la atención a la política interna, la economía y la gobernanza de Elder Tale, con táctica de MMO aplicada a combates y organización.
Ese giro convirtió su mundo en laboratorio de reglas y consecuencias, más cercano a la simulación social que al puro “endgame”. En 2013, fue el contrapeso perfecto a la aproximación de SAO.

2014 — No Game No Life
No Game No Life demostró que el isekai no necesita acción para sostenerse: estrategia pura en Disboard, donde Sora y Shiro someten conflictos a partidas y apuestas imposibles. El arte y la paleta dieron una identidad visual instantánea.
Al priorizar la mente sobre el músculo, el título fijó una alternativa clara dentro del boom. Su ausencia de secuela televisiva solo alimentó el estatus de “única temporada imprescindible” de la década.

2015 — Overlord
Con Overlord, el género abrazó a los villanos como protagonistas. Ainz Ooal Gown reina sobre Yggdrasil tras el cierre del juego: poder abrumador, mundo en clave dark fantasy y una corte que ejecuta su voluntad sin cuestionamientos.
En 2015, pocas series ofrecían una fantasía de control tan frontal: el interés no estaba en “si podrá”, sino en “cómo decidirá” ejercer su superioridad. Por eso fue el hito del año.

2016 — KonoSuba: God’s Blessing on This Wonderful World!
KonoSuba miró al isekai y se rió con él: Kazuma y su party disfuncional desmontan la mística del overpowered con desventuras dignas de campaña de mesa. Comedia, mala fortuna y resolución creativa como motor.
Más que parodia puntual, estableció un tono que muchos intentarían replicar sin su timing. En 2016, fue el antídoto perfecto contra la saturación de clones solemnes.

2017 — Knight’s & Magic
Knight’s & Magic reencuentra al isekai con el mecha: Ernesti Echevalier renace en un mundo con robots caballerescos y vuelca su obsesión en diseñar y pilotar. La serie alterna desarrollo técnico con campo de pruebas.
Para los amantes del género, fue una carta de amor: iteración, mejora y espectáculo mecánico como estructura narrativa. 2017 tuvo aquí su cruce más natural entre dos tradiciones históricas del anime.

2018 — Tensei Shitara Slime Datta Ken (That Time I Got Reincarnated as a Slime)
Rimuru inauguró con fuerza la ola “reencarnado como” de los 2020s. Mundo claro, reglas RPG legibles y una progresión que invitaba a descubrir el mapa a su ritmo, entre pactos, razas y upgrades.
La primera temporada funciona como manual de worldbuilding accesible: se entiende el sistema y por eso el ascenso del protagonista resulta satisfactorio. Fue el faro de 2018.

2019 — Welcome to Demon School! Iruma-kun
Iruma-kun sumó la chispa shonen al isekai escolar: un humano camuflado en el mundo demoníaco, identidad secreta y crecimiento desde la ingenuidad. Su tono recuerda a comedias de los 2000 por ritmo y calidez.
Lejos del “poder por decreto”, apuesta por carisma y situación. En un año ya saturado, destacó por frescura y consistencia; por eso es el estandarte de 2019.

La década de 2010 vio al isekai pasar de excepción a lenguaje común: de los mundos cerrados y la supervivencia, a la sátira, los villanos carismáticos, el mecha reimaginado y la ingeniería de sistemas. Cada año dejó un título que explica por qué el subgénero conquistó parrillas y públicos distintos. ¿Cuál de estos isekai te define mejor los 2010, y qué año cambiarías en el podio?