Reseñas
[bloques texto=’Esta reseña sobre Majutsushi Orphen Hagure Tabi contiene spoilers. Si no has visto el capítulo, te recomendamos hacerlo y después regresar a leer la reseña.’]
Capítulo 2: “Torre de los Colmillos”
En esta nueva entrega de Majutsushi Hagure Tabi, gracias al contraataque de Orphen, Azalie consigue escapar de los hechiceros. Orphen es encerrado en la cárcel junto a Volkan y Dortin por el intento de estafa matrimonial en la mansión Everlasting, pero el mago sale enseguida gracias a la intervención de un amigo de la infancia de la Torre de los Colmillos, Heartia. Este lo lleva ante su antiguo maestro, Childman, que le propone formar parte del equipo de búsqueda y captura de Azalie. Orphen se muestra reticente, porque no desea que la maten, sino encontrar la cura para el experimento fallido que la transformó en dragón. No obstante, al final se reúne con ellos al atardecer. Su estrategia es la de mantenerlos bajo control y encontrarla él primero.
El episodio intercala además recuerdos previos a la caída en desgracia de Azalie. En ellos se nos cuenta que Orphen y ella formaban parte de la élite de los aprendices en la Torre de los Colmillos. Tras los acontecimientos que cambiaron sus vidas, Orphen reniega de la orden porque está en desacuerdo con su postura. El joven hechicero destruye la tumba vacía de su amiga y decide buscar una cura para ella.
En el presente, antes de marcharse, repara los daños de la mansión Everlasting. Allí Claiomh le regala un anillo que resulta ser mágico y estar relacionado con el incidente de Azalie y la espada Baltanders.
Análisis: con otros ojos
Este nuevo capítulo de Majutsushi Orphen Hagure Tabi marca un principio de análisis distinto al que ofrecimos en la reseña del primer capítulo. A grandes rasgos, ya sostuve las enormes diferencias que encontraba entre la versión clásica y la nueva. En estos nuevos episodios, la pérdida de la estética sugerente, misteriosa y sombría es ya una confirmación rotunda. Por otro lado, la trama, que sí mostraba coherencia consigo misma desde el primer capítulo, sí se presenta interesante y mejora el mal sabor que me dejó su estreno.
Necesariamente, el choque entre las dos versiones queda expuesto y cerrado en la primera reseña, pues ya no hay nada más que añadir al respecto. En un acto de reflexión, creo que lo más inteligente ahora es abordar las reseñas evitando la comparación y céntrandonos en los valores propios de esta nueva apuesta. Así pues, partimos de cero en las que siguen, aunque no siempre resulte fácil. También prescindo de su comparación con la novela, pero siempre serán interesantes los comentarios de quien se preste a aportar información.
El peso de una serie enredada a la infancia suele marcarnos con fuerza y, a menudo, nos lanza a juicios arbitrarios que no se basan en algo lógico, sino puros sentimientos de nostalgia. Dicho esto, considero que mi desahogo fue justo y nada sentimental, pero ya está hecho. Toca mirar Majutsushi Orphen Hagure Tabi de 2020 en todo lo que ofrece.
Coherencia narrativa y calidad en el dibujo
Si hay un elemento central que me haya llamado la atención en este segundo episodio de Majutsushi Orphen Hagure Tabi, es el desarrollo de la trama, cómo se nos cuenta la historia. Ya señalé que en el primer capítulo la narración era consistente, creíble; en esta nueva entrega, va más allá para bien.
Los acontencimientos del pasado y los encuentros en el presente han enriquecido y dotado de trasfondo a toda la historia que se nos presentó. La historia de Orphen es muy clara, y la ausencia de Volkan y Dortin es un acierto absoluto, porque no rompen la seriedad con la que se nos cuenta el conflicto personal de Orphen, sus sentimientos encontrados al reunirse con sus viejos amigos, ahora enemigos.
En cuanto al dibujo, definitivamente no tiene ese toque especial, ese trazo preciosista que tanto me gusta encontrar, o al menos, esa originalidad. Es trazo genérico de anime, sí, pero tiene calidad y es bastante decente.
Capítulo 3: “Escucha mi llamado, bestia”
Esta semana en Majutsushi Orphen Hagure Tabi, con la ayuda de un hechicero de magia blanca, el equipo de hechiceros de la Torre de los Colmillos y Orphen viajan a través del bosque en busca de Azalie. Orphen tiene un presentimiento sobre ella y se adelanta para evitar que la maten. Sin embargo, es una trampa y en realidad los conduce a ella.
Se produce una terrible lucha en la que Orphen escapa con la espada de Baltanders para que no funcione el hechizo localizador que tiene. Heartia va tras él y le reprocha que el dragón ha asesinado a su amigo Comicron. Ambos empieza una pelea que es interrumpida por Claiomh, Dortin y Volkan. Estos habían ido a buscarlo con la idea de ayudarlo.
Cuando Orphen y Heartia regresan al campo de batalla, encuentran una masacre en la que solo quedan Childman y Azalie. Orphen interviene, pero Childman lo apuñala y consigue matar al dragón. El joven hechicero queda destrozado y se acerca a los restos de Azalie, que le trasmiten un mensaje impactante. Más tarde, Orphen encara a Childman: su conciencia no es la del maestro, es Azalie, que ha intercambiado su cuerpo con el de este. Estos dos magos mantienen un breve duelo en el que Orphen es protegido por el anillo que le dio Claiomh. El joven decide no matarla y la insta a encontrar el rumbo de su propia vida.
Análisis: Un giro radical
La presentación de esta nueva serie de Majutsushi Orphen Hagure Tabi dejaba mucho que desear en su acogida. Esto era así en parte por el shock que causaba el perder los elementos más característicos de la mítica saga de 1998, pero también porque estaba repleta de momentos cómicos y simplones. En definitiva, era una entrada ausente de emoción y atractivo para un espectador que quiera engancharse a ella.
Sin embargo, el giro en los dos siguientes capítulos es radical. La tensión dramática aumenta considerablemente, y como ya hemos advertido, la historia se llena de un trasfondo muy bien construido. Es evidente, que, en jerga coloquial, los dos siguientes episodios sí enganchan y sorprenden. La apuesta que se hace en esta versión, en la que nos alejamos por completo de cómo se cuentan los hechos en la de 1998, puede gustarnos más o menos, pero es innegable que tiene su valor propio. Son dos capítulos, quizás, sobrecargados de acontecimientos, pues en muy poco espacio suceden muchísimos hechos importantes. No obstante, el enriquecimiento de la trama mediante las explicaciones del narrador externo y los pensamientos de Orphen se enlazan bastante bien con las acciones del presente y el pasado.
Sin duda, el hecho que más intriga y sorpresa nos causa es el rápido desenlace de la trama del dragón, ya que podríamos haber pensado que Azalie iba a seguir transformada bastantes más capítulos. Con todo, hay otros elementos muy destacables.
Orphen y su entorno
Si la estética del misterio está muerta en un joven hechicero mucho más abierto al diálogo y humano, no es en detrimento- hay que reconocerlo- de su personalidad. De hecho, la construcción psicológica de Orphen es lo que más me ha gustado de estas dos entregas.
Orphen se moldea con sus acciones y reacciones en su entorno del presente y el pasado, con sus pensamientos y sus diálogos sinceros. Al final del capítulo, su conflicto interior se agranda y se vuelve muy complejo; esto es, Orphen se enfrenta a la amiga por la que ha abandonado a su maestro y sus amigos de la infancia, su lugar en la Torre de los Colmillos. Ha sido traicionado por lo único que había movido su vida durante cinco años, y Childman, que parecía un hombre sin escrúpulos, se sacrifica por su amada alumna.
El joven protagonista ya luchaba contra lo imposible intentando mantener vivos al dragón y a sus enemigos, amigos de la infancia a pesar de todo. Esa posición testaruda e intermedia ya le causaba sufrimiento interno, pero con las muertes de Comicron y Childman en manos de Azalie, debe afrontar una dimensión mayor de dudas y dolor. (¡Pero sigue sin ser mi Orphen oscuro!)
Incluso Azalie es un personaje que huye del maniqueísmo. Es ambiciosa, pero también está desesperada y lamenta al final haber asesinado a su maestro. La construcción, en cambio, de Claiomh, me está resultado horrenda por el momento. La han desplazado a un papel tan secundario que está al nivel de Volkan y Dortin (esperemos que, repito, solo sea por el momento).
A modo de conclusión
Majutsushi Orphen Hagure Tabi empezó con mal pie. Su comparación con la versión de 1998 era inevitable, y estaba además cargado de momentos cómicos innecesarios.
Sin embargo, los dos siguientes capítulos sí han ofrecido un material interesante. Se caracterizan por la calidad de su construcción y la caracterización del conflicto interior de Orphen, por la sorpresa y la acumulación de sucesos. Respecto al primero, son un giro dramático que alabar y agradecer. Orphen, además, ha logrado una construcción psicológica muy coherente.
Otros elementos que empiezan a despuntar son la calidad del dibujo, aunque carente de personalidad, y la banda sonora, que no le ha caído a mi oído en la indiferencia. Lo que se hizo, hecho queda, y guardando el valor y el cariño a la versión clásica de 1998, esperamos y deseamos que esta saga ofrezca su propio encanto, ¡que me quedan muchas reseñas por hacer!